La poesía cruza la tierra sola, apoya su voz en el dolor del mundo Eugenio Montejo
*
De noche la vida tiene fragmentos de belleza escondidos en las voces persuasivas de las hojas cuando se separan de las ramas y lentas van cayendo en el asfalto, sobre las bolsas de basura. Desde aquí veo el pueblo, en alto a la derecha el mismo que ha esculpido este corazón lleno de manchas oscuras y piedra bruta que delega al polvo los pétalos de su pereza. El silbido vibrante de las cañas lo estimula el viento, que arrastra consigo indicios de ríos resecos, o incendiados, de territorios sedientos y hoy día desgarrados. Ahora dejo que la hierba me expurgue con los ojos cerrados podo los cerezos pero lo que sale de las heridas es el fruto que nos aferra y alimenta las ganas de volver a empezar porque la boca tiene sus espinas agudas que clausuran los recuerdos, y carnosas flores de sabana.
*
Vuelve el viento frío del bosque y revive esta ansia. Así, aunque no lo queramos, el pantano se nos instala dentro. Hay cubiertos sobre el mantel religioso pescados en el bolsillo de la chaqueta agujas en el ojo y la luna que rebuzna. No hagas de esta tortura el núcleo de la cuestión la hoja blanca que absorbe la tinta el lobo amansado que muerde al jefe de la oficina el hijo pobre que le clava los dientes al padre rico el sol y las estrellas que reniegan de su propio fulgor. Lo sabes que hay que abrirse, más aún, desencajarse. Refugiarse de apuro en el bosque en los surcos y en los pliegues de la tierra en el corazón sin latidos del hombre. Porque el nombre exacto de las cosas (y del yo) sigue siendo incomprensible, bien escondido detrás de la mirada.
*
Claro que no discuto, ¿y luego qué haría? Pero mientras tanto renuevo la casa me traslado a una esquina de la calle. Sí, me mudo fuera de la ciudad a lo mejor a un bosque me establezco en una encina hueca. Un mundo reforzado con vitaminas y sales minerales por cierto más seguro a causa de las alarmas las puertas blindadas, los portones herméticos con seguros y candados por la libertad encerrada en caja fuerte en espera de tiempos mejores de un nuevo equilibrio perfecto. No voy a sentir la necesidad de tener una parte de todo. Tendré poco y ese poco me va a alcanzar, no voy a apurarme a consumirlo. No voy a usar muletas ni apoyos dejaré la puerta de par en par abierta y voy a ser feliz recibiendo huéspedes y amigos. Total la lluvia borrará las huellas y será imposible volver a atrás.
*
Es como si tuviera que volver a empezar todo desde el principio, desde los penosos primeros pasos. Ahora lo sé y no espero nada más. Sí, tendría que haberlo entendido diez años atrás pero tal vez no podía. No obstante: más vale tarde que nunca, se dice así, no es cierto? Les voy a pedir que me ayuden una asidua colaboración para no aislarme de nuevo no dividirme en tantas partes en el espíritu y en el cuerpo. Así también está bien se puede vivir en silencio cambiar de manera brusca el método y la dirección aspirar a un pensamiento calmo y puro. Volverse más pequeños para dormir en los nidos de los pájaros más ágiles para treparse a los árboles más livianos para tenderse en las ramas para después podarlas y recoger los frutos. Más delgados para pasar entre las rejas de los portones.
|