VUELVE EL VIENTIO FRÍO...
Vuelve el viento frío del bosque y revive esta ansia. Así, aunque no lo queramos, el pantano se nos instala dentro. Hay cubiertos sobre el mantel religioso pescados en el bolsillo de la chaqueta agujas en el ojo y la luna que rebuzna. No hagas de la tortura el núcleo de la cuestión la hoja blanca que absorbe la tinta el lobo amansado que muerde al jefe de la oficina el hijo pobre que le clava los dientes al padre rico el sol y las estrellas que reniegan de su propio fulgor. Lo sabes que hay que abrirse, más aún, desencajarse. Refugiarse de apuro en el bosque en los surcos y en los pliegues de la tierra en el corazón sin latidos del hombre. Porque el nombre exacto de las cosas (y del yo) sigue siendo incomprensible, bien escondido detrás de la mirada.
(versión de Martha Canfield)
TORNA IL VENTO FREDDO...
Torna il vento freddo del bosco e rigenera questo affanno. Così, anche se non vogliamo, la palude ci si adagia dentro. Posate sulla tovaglia religiosa pesci nella tasca della giacca aghi nell’occhio e la luna che raglia. Non fare di questa tortura il nucleo della questione il foglio bianco che assorbe l’inchiostro il lupo ammansito che morde il capo ufficio il figlio povero che azzanna il padre ricco il sole e le stelle che rinnegano il proprio splendore. Sai che occorre aprirsi, anzi spalancarsi. Rifugiarsi in fretta nel bosco nei solchi e nelle rughe della terra nel cuore senza battito dell’uomo. Perché l’esatto nome delle cose (e dell’io) resta incomprensibile, ben nascosto sotto lo sguardo.
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