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Claro que no discuto, ¿y luego qué haría? Pero mientras tanto renuevo la casa me traslado a una esquina de la calle. Sí, me mudo fuera de la ciudad a lo mejor a un bosque me establezco en una encina hueca. Un mundo reforzado con vitaminas y sales minerales por cierto más seguro a causa de las alarmas las puertas blindadas, los portones herméticos con seguros y candados por la libertad encerrada en caja fuerte en espera de tiempos mejores de un nuevo equilibrio perfecto. No voy a sentir la necesidad de tener una parte de todo. Tendré poco y ese poco me va a alcanzar, no voy a apurarme a consumirlo. No voy a usar muletas ni apoyos dejaré la puerta de par en par abierta y voy a ser feliz recibiendo huéspedes y amigos. Total la lluvia borrará las huellas y será imposible volver a atrás.
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Limitarse a poco, susurras y yo enseguida pienso: comas sí, a lo mejor cada tanto un lindo punto. Excavar una zanja de desagüe un pozo para el agua de la lluvia poner un palo derecho para sostener el albaricoquero joven y el tiempo que pasa numerarlo medirlo sin mejorarlo en nada. En tus manos hay un sol no muy luminoso pero sí claro y necesario que tranquilo se duerme entre su luz opaca. No agregas nada ya pones en marcha corres a dar al viñedo el agua cobriza.
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Lo aclaro con un ejemplo mira, te digo estas manos están llenas de rasguños han arrancado las espinas la hierba mala del campo por el monte escarpado lo han hecho aunque al volver todo se encuentre como antes la maleza ya está alta e incluso más tupida. Entonces no hablas más bajas la mirada azul abres con los ojos un hoyo que se va directamente al cielo. Con los pies en el aire y el mentón hacia arriba miro y admiro la luminosa simplicidad de tu pensamiento.
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Cierto, te alcanzo a fines de agosto y ya en tu mirada leo el comienzo del otoño. Los árboles sin hojas la hierba seca, ya amarilla el sendero recubierto de espinas, y de ortigas. Hay tristeza en el grito tardío de los pájaros. Parecen cansados y sin ganas como si volaran en el agua por eso yo me muevo con prudencia, muy despacio.Me asomo a un sitio secreto pero ancho para la mirada para las manos de los demás para los brazos de todos para el rostro extenso milenario del mundo.
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Es como si tuviera que volver a empezar todo desde el principio, desde los penosos primeros pasos. Ahora lo sé y no espero nada más. Sí, tendría que haberlo entendido diez años atrás pero tal vez no podía. No obstante: más vale tarde que nunca, se dice así, no es cierto? Les voy a pedir que me ayuden una asidua colaboración para no aislarme de nuevo no dividirme en tantas partes en el espíritu y en el cuerpo. Así también está bien se puede vivir en silencio cambiar de manera brusca el método y la dirección aspirar a un pensamiento calmo y puro. Volverse más pequeños para dormir en los nidos de los pájaros más ágiles para treparse a los árboles más livianos para tenderse en las ramas para después podarlas y recoger los frutos. Más delgados para pasar entre las rejas de los portones.
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